lunes, 19 de septiembre de 2011

El árbol de la vida

“El árbol de la vida” es un experimento muy… bonito. Su mezcla de música y de imágenes es mágica. Muchos momentos te llegan a tocar en lo más profundo. El elenco es de lujo. Entonces… ¿por qué salí del cine tan enfadado?
Sí, salí del cine muy enfadado, y hasta con algo de ansiedad si se me permite. Deseando soltar sapos y culebras sobre lo que acababa de ver. Dos horas y cuarto rodeado de otros espectadores que se removía en sus butacas, que no sabía ya cómo ponerse. Espectadores que dejaron escapar más de una risa cuando (¡por fin!) aparecieron los títulos de crédito.
A medida que pasan las horas intento ser más benevolente y hacer un análisis más sereno. Y, fundamentalmente, quiero ser breve (al contrario que Malick).
Y es que supongo que desde un punto de vista, digamos, “erudito” se puede desmenuzar la película buscando mil referentes, símiles, metáforas… Y se la calificaría de obra de arte, obra maestra. Yo simplemente tengo la visión de un espectador de a pie, que sabía que se iba a encontrar una película densa… pero no esto.
Insisto: la cinta es bellísima. La historia es enternecedora. A nivel visual y poético una maravilla. Aunque… me perdonarán ustedes, pero desde mi punto de vista, esto no es una película. Si pretende serlo, le sobra más de una hora de metraje. Por lo demás, como instalación audiovisual enmarcada en una exposición de arte contemporáneo, dentro de una sala en la que uno pueda entrar y salir libremente, sería magnífica. Pero encerrar a los espectadores durante esas largas (insisto) dos horas y cuarto… roza la crueldad. Esta pretenciosidad del director se ha cargado lo que podría haber sido una obra maestra. Y es que, con la belleza que encierra, con esas interpretaciones… podría haberme enganchado durante hora y pico. Y yo habría salido sobrecogido de la sala.
Por el contrario, durante la primera media hora llegué a temer que toda la película tuviese la misma tónica. Un precioso documental de La 2. Con un (siento ser tan sincero) tronchante momento “parque jurásico” (¿de verdad era necesario?). Cuando vuelve a la historia que nos ocupa, engancha. Pero esta historia se dilata una vez más, y al final a uno le invade una terrible tentación de mirar el reloj. Afortunadamente, Jessica Chastain está tan sumamente maravillosa en su papel de madre sufridora y cómplice de sus hijos que hace que volvamos a mostrar interés en la historia. El niño Hunter McCracken también hace un buen trabajo. Brad Pitt, más que correcto. Fiona Shaw, enorme como siempre, aunque casi desapercibida. Y Sean Penn… ¡anda ya! ¿En serio? Es uno de los mayores timos de la historia del cine. Aparece como reclamo en todos los carteles, y lo único que hace es aparecer durante algunos minutos caminando con la mirada perdida. Uno de los mayores timos, y uno de los mayores desperdicios de talento actoral.
En fin, el gran fallo de esta ¿película? es su pretenciosidad. Tiene momentos brillantes. Pero el exceso de metraje agota, y hace que todas las virtudes que posee (que son muchas) acaben desquiciando, y que el conjunto se desmorone. Una pena.
Se me permitirá terminar con una apreciación. Julio Medem recibió más que duras críticas por su pretenciosa y excesivamente personal “Caótica Ana”. Yo he encontrado, salvando las distacias, cierto aire similar entre ambas cintas (tendría que revisar la cinta de Medem, pero me da demasiada pereza). Claro, Malick es un “director de culto”. Se me olvidaba ese detalle.

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